Lunes, mucho curro en mi jornada de trabajo. Para luego, desde que la alarma de mi móvil marca la alarma de hora de salida (la pongo para no despistarme de que tengo que recoger al niño en el colegio acto seguido de salir de trabajar) salir corriendo, literalmente (aunque eso en mi caso suponga correr a cámara lenta como en las películas) para ir hasta donde aparqué el coche media hora antes de mi hora de entrada al trabajo. Pues últimamente no hay parking suficiente en mi pueblo y aparcar cerca del lugar de trabajo se ha convertido en una odisea. Mentalmente quiero ir más rápido de lo que mi cuerpo me lo permite. Pero ahí sigo yo en mi empeño de creer que corro y darme prisa para que todo me salga bien, en su tiempo preciso (pues no me puedo retrasar ni un minuto).
Salí del trabajo, todo lo rápido que pude. Fui directa a cambiarme de ropa al gym (ya llevo preparada la mochila en el coche con la mudada de ropa y la toalla del gym). Fue curioso quitarse la ropa de oficina dentro de uno de los cubículos de baño del gym, quitarme los tacones y hasta los pendientes y collares y ponerme ropa de deporte y tennis (zapatillas deportivas o tennis como les decimos en Canarias). Volver a salir del gym a toma mecha (bueno, vale,corriendo a cámara lenta) para ir a recoger al pequeño, convencerle de que sólo serán 45 minutitos de nada (de lunes a viernes) y que, por tanto, almorzaremos de 50 a 55 minutos más tarde de lo que venía siendo habitual (así se acostumbra a los nuevos horarios que pronto tendrá en el colegio). Anoche le abastecí en mi mochila del gym de cosas que hacer para que no se aburriera: tablet, libros de sus Youtubers favoritos y que aún no se ha terminado de leer, su móvil,...Y, por supuesto, le convencí de que si tenía tarea para casa aprovechara esos 45 minutos para hacerla y así estaba libre para esta tarde ir a sus actividades extraescolares y al paseo diario de una hora con nuestro perro.
Pero nada, se pegó los 45 minutos sentado mirándome y viniendo a preguntar cada cinco minutos si aún me quedaba mucho, lo cual me iba estresando más y más. Pero bueno.... ¡Ya se acostumbrará a las nuevas rutinas!
Una vez en el gym, empecé mis ejercicios en la sala aeróbica de máquinas, con 25 minutos en cinta. Ya ni me acordaba de cómo funcionaba y me preguntaba qué era la M que marcaba en pantalla hasta que me dio por leer las instrucciones. ¡OK, correcto, estaba en modo manual! Mejor así, no fuera que lo pusiera en programa 5 y a los tres segundos empezara a ir a toda mecha la cinta y tuviera que irme de boca como esos vídeos de youtube en los que alguien se la pega en la cinta del gym y media humanidad está media vida riéndose de la caída.
Acabados los 25 minutos, sudando como un pollo en un horno, me dio por irme 10 minutos a la máquina de Step. ¡Jiji! Yo no pisaba el gym desde el año 2012. En esa época iba todos los días, había perdido casi 20 kilos de peso y me había vuelto una especialista en esa máquina de Step. Pero hoy,...., ¡Dioooooos! ¿Cómo c&%$· hacía yo para mantenerme en esa máquina 10 minutos seguidos? Al subirme me hundí literalmente, me costó recordar cómo era el truquito del equilibrio para mantenerse sin hundirse y tocar el suelo. ¡Qué dolor de glúteos y de muslos! Encima sólo quemé 50 calorías en la dichosa maquinita los 10 minutos que estuve. En la cinta los 25 minutos que estuve quemé 180 calorías.
Los últimos 10 minutos los pasé en una bicicleta estática normal y corriente, pero que tenía el contador de las calorías averiado y no supe cuántas calorías quemé en ella los diez últimos minutos, algo que -todo sea dicho- agradecí fehacientemente. ¡Que es el primer día de Gym, y sólo con el spring que me pegué para llegar a él, mudada de ropa y con mi hijo de la mano ya quemé como otras 180 calorías! ¡¡Ufff!!
Sé que se aconseja pesarse siempre a la misma hora. Pero yo ya me he pesado hoy. Pese a que anoche me pesé a las 21 horas de la noche. Hoy me pesé a las 15:25 horas y peso 400 gramos menos. Mi objetivo es perder 500 gramos cada semana. A un ritmo de dos kilos por mes aproximadamente. No me pesaré siempre a la misma hora pues lo haré a lo largo del día antes de escribir en este blog. No creo que importe tanto eso de que no sea a la misma hora exacta cada día.
En cuanto a la alimentación, he cumplido con la dieta estipulada. Ahora mismo ya he hecho tres comidas de las cinco diarias (libres de grasas de las malas y porquerías).
Ahora me queda todo el trajín de la tarde. Para aquí y para allá con las actividades extraescolares de mi pequeño (por cierto, se comió todo el almuerzo hoy como un campeón y tuvimos una charla súper bonita mientras almorzábamos contándonos nuestros quehaceres matutinos). Y seguramente esta noche llegaré agotadísima a la cama. Aunque espero que no con hambre. Se trata de estar a dieta sin sentir hambre. Así que, veremos qué pasa. Mañana les cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario